viernes, 24 de mayo de 2013

''Si tiene hambre no vaya al super''


"Aun los ayunos cortos inducen elecciones alimentarias poco saludables".

Reuters
Por Genevra Pittman NUEVA YORK (Reuters Health) 
Un estudio proporciona pruebas que respaldan lo que mucha gente ya aprendió por experiencia: nunca vaya a un supermercado si tiene hambre.
Un equipo observó que las personas que no habían comido en toda una tarde optaban por alimentos con más calorías en un supermercado simulado.
Y en un comercio real, los compradores preferían más los alimentos calóricos por sobre los de bajas calorías antes de la cena que durante el resto del día.
"Aun los ayunos cortos inducen elecciones alimentarias poco saludables", dijo Amy Yaroch, directora del Centro para la Nutrición Gretchen Swanson, Omaha, Nebraska. Y recomendó: "No vaya de compras con hambre y sin una lista de los productos que necesita porque elegirá todo tipo de comida chatarra".
Consideró que los resultados también serían importantes para las familias con "inseguridad alimentaria", que a menudo carecen de dinero para comprar alimentos saludables o alimentos en general.
Aner Tal y Brian Wansink, de Cornell University, Ithaca, Nueva York, realizó un experimento de laboratorio y salió "al terreno" para conocer cómo el hambre influye en las elecciones de alimentos.
En el experimento, les pidieron a 68 adultos que no comieran durante cinco horas antes de una consulta al final de la tarde. Antes de comenzar el experimento, la mitad recibió un plato de Wheat Thins para saciar el hambre. Luego, todos los participantes compraron alimentos en un comercio virtual online. Ambos grupos compraron unos ocho productos con bajas calorías, como ciertos lácteos, carnes y snacks.
El grupo que no había saciado el hambre también compró seis productos altamente calóricos, versus los cuatro productos promedio que eligió el grupo que había comido un snack, según publica el equipo en JAMA Internal Medicine.
En el estudio de campo, el equipo observó cómo compraban 82 personas en un supermercado real. La relación de compra entre alimentos con alto y bajo contenido calórico era más saludable entre las 13 y 14 horas que entre las 16 y 19 horas.
El endocrinólogo Tony Goldstone, del Imperial College de Londres, aconsejó interpretar los resultados con precaución, ya que los autores pidieron que los participantes sintieran hambre antes del experimento. Recomendó comer un snack, como una fruta, antes de ir de compras o masticar un chicle mientras se recorren las góndolas del supermercado para reducir el efecto del hambre.
FUENTE: JAMA Internal Medicine


''Comer insectos adelgaza''

13 MAY 13 | Reporte de la ONU
Comer insectos podría ayudar en la lucha contra la obesidad
Más de 1.900 especies de insectos sirven como alimento en todo el mundo.

Reuters
Por Catherine Hornby
ROMA (Reuters) - La idea de comer insectos, orugas y hormigas puede darle escalofríos, pero los autores de un reporte de la ONU publicado el lunes dicen que los beneficios de consumir nutritivos insectos podría ayudar en la lucha contra la obesidad.
Más de 1.900 especies de insectos sirven como alimento en todo el mundo, en su mayoría en Africa y Asia, pero los occidentales en general rechazan comer saltamontes, termitas y otros platos crujientes.
Los autores de un estudio del Departamento de Silvicultura, parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), dijeron que muchos insectos contienen la misma cantidad de proteínas y minerales que la carne y más grasas saludables que los médicos recomiendan en dietas balanceadas.
"En Occidente tenemos una parcialidad cultural y creemos que porque los insectos vienen de países en desarrollo no pueden ser buenos", dijo el científico Arnold van Huis, de la Universidad de Wageningen en los Países Bajos y uno de los autores del reporte.
Eva Muller, de la FAO, dijo que restaurantes en Europa estaban comenzando a ofrecer platos con insectos, presentándolos a los comensales como manjares exóticos.
El restaurante danés Noma, por ejemplo, elegido como el mejor del mundo por tres años consecutivos en una encuesta, es reconocido por utilizar ingredientes como hormigas y saltamontes fermentados.
Además de ayudar en la costosa lucha contra la obesidad, que la Organización Mundial de la Salud estima se ha casi duplicado desde 1980 y afecta a unos 500 millones de personas, los autores del reporte dijeron que la cría de insectos sería menos dependiente de la tierra que el ganado y produciría menos gases de efecto invernadero.
También crea oportunidades de negocio y exportaciones para personas de bajos recursos en países en desarrollo, especialmente mujeres, que con frecuencia son las responsables de recolectar insectos en las comunidades rurales.
Van Huis dijo que las barreras para disfrutar platos como yogur de larvas de abejas eran psicológicas, ya que en un estudio ciego realizado por su equipo, nueve de cada 10 personas prefirieron albóndigas hechas de carne y lombrices que las compuestas solo de carne.




martes, 7 de mayo de 2013

''La obesidad es psicológica''


Un 30% de los pacientes que se operan de obesidad mórbida vuelve a engordar / Rick Wilking (Reuters).
La relación entre obesidad mórbida y ansiedad es un camino de ida y vuelta. “Hay algunos pacientes que presentan antes un trastorno de ansiedad que les deriva al sobrepeso, ya que compensan esta sensación con la sobreingesta de comida. Y hay otros que tienen sobrepeso y que no pueden controlar la ansiedad”, explica Francisco Javier Quintero, jefe de Psiquiatría del Hospital Infanta Leonor de Madrid. Quintero realizó un estudio sobre 100 pacientes obesos que no conseguían adelgazar a pesar de haber sido sometidos a tratamientos médicos, como dietas o incluso cirugía.
Los resultados mostraron que había un 31% de pacientes con trastorno de ansiedad y otro 35% con depresión. Quintero pone como ejemplo el trastorno por atracones, una ingesta descontrolada de comida en poco tiempo. “Este trastorno es uno de los más frecuentes en pacientes obesos y también de los más controlables si se diagnostica a tiempo. El problema es que muchas veces no se hace”, comenta. “El estudio destaca que muchos pacientes no logran calmar su ansiedad y siguen comiendo. Por ello es importante tratar estos problemas emocionales antes de cualquier cirugía o dieta”, concluye el psiquiatra.
 Los afectados también lo acusan. “Llevo toda la vida luchando contra los kilos de más, las dietas sin resultados y la ansiedad que eso me ha generado”. Así describe Enma Miller, de 36 años, un largo camino de esfuerzos, éxitos y desilusiones con la obesidad mórbida. Como ella, casi un millón de españoles la sufren y los casos se han duplicado en cinco años, según los últimos datos de la Sociedad Nacional de Cirugía de la Obesidad Mórbida de 2011.
Los profesionales sanitarios aseguran que la cirugía bariátrica, una reducción de estómago, es la mejor solución para reducir peso y erradicar algunos padecimientos asociados como la diabetes. Pero algunos expertos señalan que el resultado de esta intervención puede ser baladí si no se intervienen en otros aspectos psicológicos y emocionales como la ansiedad.
Los genes influyen en la enfermedad mórbida, pero no son determinantes
Es un fenómeno con muchas aristas. No todo el mundo nace obeso. “Existe un componente genético que influye, pero que no es fácil de descifrar porque no depende de un solo gen. Se puede hablar más bien de una predisposición familiar a la obesidad”, comenta Clotilde Vázquez, jefa de Endocrinología del Hospital Ramón y Cajal. Hay, en cambio, otros factores como la familia o el entorno cultural, ambiental y social que desarrollan un sentimiento de ansiedad por la comida que puede perdurar toda la vida. “Cuando los niños están en primaria, el deseo de comer impulsivamente tiene que ver con el cuidado de los padres. Algunos son duros con los niños obesos, les llaman gordos o los comparan con sus hermanos delgados”, dice Caterina Calderón, psicóloga de la Universidad de Barcelona. La niñez es especialmente sensible: el 45% de los niños españoles padece exceso de peso, según el Ministerio de Sanidad.
Miller recuerda que la primera dieta que hizo fue a los cinco años: “Me solían decir: ‘Tú no puedes comer esto o lo otro. No puedes llevar ninguna comida al recreo’. Creo que esta actitud no beneficia a los niños. Basta con que te prohíban algo para que tengas más ganas de hacerlo”, dice indignada.
  
Uno de cada tres de los afectados manifiesta depresión
Hay otros casos, en cambio, en que las familias piensan que si el niño no está gordo no está bien alimentado. En ambos casos, el pequeño desarrolla un sentimiento de ganas de comer que es muy difícil de erradicar con el tiempo. “En el primero de ellos la comida se utiliza para aliviar un dolor y, en el segundo, por placer” asegura Calderón.
Y como no todas las obesidades son iguales no a todos los pacientes le sirven las mismas soluciones. “Uno de los problemas de la gente con obesidad es que comete errores al hacer dietas y se plantean objetivos difíciles de alcanzar en poco tiempo”, dice Susana Monereo, coordinadora de la Unidad de Obesidad Mórbida del Hospital de Getafe. Lo mismo se puede decir que ocurre con la cirugía bariátrica. Esta operación, que disminuye la cantidad de comida que se puede ingerir como consecuencia de la reducción del estómago, también elimina la sensación de hambre durante muchos años al regular unas hormonas que modulan el apetito.
Los expertos reconocen, sin embargo, que existen otros factores que no dependen de estas hormonas. “La obesidad se asocia en muchas ocasiones a componentes de ansiedad que nos dificultan controlar adecuadamente el impulso alimentario”, admite Alberto Goday Arno, jefe de Endocrinología del Hospital del Mar, en Barcelona. El médico explica que no todos los pacientes son adecuados para la intervención y que antes debe hacerse un análisis psicológico de cada paciente. Los profesionales sanitarios insisten mucho en que la cirugía no hace magia. “Alrededor de un 30% de los obesos recuperan parte del peso perdido al cabo de unos cinco o seis años si no mantienen unos hábitos saludables”, explica Monereo.
A las dificultades de bajar de peso y mantenerlo se suma la incomprensión y el estigma social. “A los cinco años, un endocrino pensaba que estaba gorda porque pegaba a mis compañeros para quitarles el bocadillo”, señala Miller, que se pregunta si el médico era consciente del daño de sus palabras en una niña tan pequeña. Considera que la sociedad no es consciente de que se trata de una enfermedad que ella no ha elegido. “Yo he peleado toda mi vida contra la obesidad. La gente nos juzga como personas que simplemente no tienen fuerza de voluntad. No se dan cuenta de que se trata de una enfermedad y que, como enfermos, luchamos contra ella todos los días”, concluye.